Comprar “marcas” en China
Las falsificaciones chinas siempre han sido un mal menor, un negocio paralelo a la legalidad que se sostenía con relativa facilidad y perjuicio para la industria del bien replicado.
De ellas, las más frecuentes son la ropa y los accesorios de moda-lujo, la telefonía, informática y accesorios tecnológicos, la cosmética y maquillaje y los diamantes.
Sí, como lees, diamantes. Se estima que China fabrica ya más de 10.000 millones de quilates de diamantes al año que consiguen engañar incluso a expertos en la materia. Las restricciones sanitarias actuales han facilitado esta situación, ya que los joyeros se ven obligados a adquirir sus productos por internet, lo que dificulta la correcta identificación de las piedras.
En el resto de los casos, el importador suele saber lo que está comprando, pero desconoce las consecuencias que puede llegar a tener añadir estas “marcas” falsas a su cartera de productos.
No suelen pasar los controles de aduanas, puesto que no están certificados bajo los requisitos de comercialización en Europa y replican productos patentados; la investigación de esa carga acarrea importantes pérdidas económicas, primero por el importe pagado y segundo por el expediente sancionador que debes abonar.
Pero si hay una gama de productos que resulta definitivamente dañina para el bolsillo es la cosmética y maquillaje. De base con la misma problemática que antes, carece de permisos, pueden interceptarla en aduanas. Pero con un añadido más a tener en cuenta, la toxicidad.
Si carecen de permisos es porque no son aptos para el consumo en humanos, no están testados y además de la multa por comerciarlos, un cliente puede resultar herido y denunciar, en cuyo caso el único responsable será el importador, duramente investigado y sancionado.
Con esto no pretendo más que animar al lector a reflexionar si de verdad merece la pena adquirir una marca falsa y comercializar con ellas considerando las enormes pérdidas económicas que suponen a quien las pone en circulación sin conocimiento.